A todos los ciudadanos nos ha tocado vivir situaciones propias o cercanas relacionadas con la maldita inseguridad que somete a nuestro país. Desde nuestro humilde lugar civil, poco es lo que podemos hacer, pero tenemos como obligación el ser un tanto más precavidos:
No detener el auto en doble fila y ponerse a conversar en calles oscuras. Esto va sobre todo para los noviecitos en sus despedidas.
Asegurarse que cuando uno ingresa a su edificio, la puerta de entrada se cierre correctamente, muchas veces en el apuro puede quedar abierta como una invitación a los delincuentes.
Mucho cuidado cuando bajamos a abrirle al delivery de comida, al supermercado o cualquier cosa que traigan a tu casa. Al voleo, podés convertirte en una presa fácil.
Extremo cuidado en los semáforos, sobre todo de las calles paralelas a las grandes avenidas. Asegurá tus puertas y levantá las ventanillas.
Atención especial cuando ingresás a la cochera de tu domicilio, tengas o no tengas un empleado de seguridad en el edificio. Si es necesario y sentís que algo puede sucederte, da una vuelta manzana o llamá a la Policía sin dudarlo.
Ser buen vecino y ante la menor sospecha, llamar al 911.
Ojo en los estacionamientos de los grandes supermercados. Algunos ladrones se ocultan entre los autos esquivando al personal de seguridad y esperan a que sus víctimas estén cargando las mercadería en el baúl del vehículo.
Sobre todo para los jóvenes, mucha atención al quedarse conversando con amigos en la calle o en alguna esquina, siempre serán blanco más fácil de los chorros.
Intenten ostentar lo menos posible con relojes, joyas, celulares, etc. Aunque uno debería poder disfrutar de lo que se compra, en ésta época quizás el mejor camino sea guardarlas y usarlas cuando la cosa vaya mejor. Una cagada pero es así.
Aporten lo que quieran, desde ya será bienvenido. Y si tenemos suerte, nos afana un punguista y no nos damos cuenta.
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